lunes, mayo 14, 2012

A 25 años del accidente de Gallos Blancos UAQ




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Fecha de Publicación: 2012-05-10

Querétaro, Qro: El día más triste en la historia de Gallos. Este 10 de mayo se cumplen 25 años del accidente automovilístico que sufrieron los Gallos Blancos de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), donde murieron tres jugadores del conjunto emplumado.

Agustín Jiménez, René Montalvo y Gerardo ‘Pillo’ Orona dieron la vida por defender los colores de los Gallos Blancos, marcando para siempre el destino de la institución más representativo del balompié queretano.

El accidente

Gallos Blancos había conseguido un empate a sangre y fuego ante Correcaminos de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) en la difícil cancha del Olímpico de Ciudad Victoria, donde el guardameta J. J. Torruco había sido el héroe de la tarde por los queretanos al atajar un penal a José Tobías al minuto 62, el cual permitía soñar con el ascenso.

Si bien había sido un empate sin anotaciones, existía gran confianza para lograr el ascenso en el estadio Corregidora de Querétaro una semana más tarde. Gallos estaba en mejor momento futbolístico y anímico.

Al terminar el partido, los jugadores y cuerpo técnico decidieron regresar de forma inmediata a la capital queretana para festejar el Día de las Madres con sus respectivas familias, sin embargo, el chofer del autobús tardó media hora en llegar a recogerlos, lo que provocó un severo regaño por parte de un integrante de la directiva emplumada, ocasionando el enojo del operador, “se vino como si lo estuvieran correteando”, aseguró el jugador Enrique Macario a la prensa local.

Eran las 19:00 horas. La lluvia comenzaba a empapar la carretera México-Piedras Negras y el autobús de Gallos de la UAQ viajaba a gran velocidad, cuando cruzando el kilómetro 67, justo entre las ciudades de Huizache y Matehuala, el chofer perdió el control del autobús, derrapó sobre la carretera y dio tres vueltas para quedar fuera de la misma, quedando el móvil sobre el costado derecho, aplastando a algunos integrantes del equipo. La tragedia apenas comenzaba.

“Fue horrible, sentía que perdía la vida cuando me encontré atrapado de la cintura bajo el pesado camión, sólo me encomendé a Dios y a mis hijos. Cuando zigzagueo el autobús intenté agarrarme, pero por el impulso salí por la ventanilla y reaccioné cuando estaba prensado, me sentí morir”, relató el futbolista Joel Anguiano.

“Veía como aparte de (René) Montalvo y (Agustín) Jiménez, varios volaban de un lado a otro dentro del camión, todos salieron disparados hacia la carretera y cuando el camión dio una voltereta cayó arriba de mis compañeros”, dijo Enrique Macario.

La muerte llegó instantáneamente para tres jugadores del conjunto queretano aplastados por el autobús: Agustín Jiménez, René Montalvo y Gerardo ‘Pillo’ Orona, además de veinte heridos -12 de ellos de gravedad-, entre los que se incluían el técnico Luis Alvarado.

Según consta en los reportes a la prensa de San Luis por parte del Lic. Ernesto Solís, agente del Ministerio Público, y de Vega Reyes, integrante de la Policía Federal de Caminos, el exceso de la velocidad y el mal tiempo fueron la principal causa del accidente. El operador del autobús, presa del miedo, huyó del lugar aprovechando la confusión.

La pesadilla

“No es posible que nos haya pasado, aún no creo lo que estamos viviendo. Creo que tenemos el maleficio”, era el pensamiento de Alfonso Salinas y de todos los integrantes de aquel Gallos Blancos de la UAQ aquella noche del 10 de mayo de 1987.

El testimonio de los jugadores y cuerpo técnico emplumados da una idea de los minutos que vinieron tras el accidente.

“Fue horrible, (Luis) Alvarado me dijo ‘profe, me voy a morir’, y yo le dije ‘ No profesor, ahorita viene el doctor’ y sólo alcancé a ponerle el portafolio en su cabeza e ir a auxiliar a los compañeros que quedaron prensados por el camión”, describió Ignacio Vargas, auxiliar técnico de Gallos UAQ.

“Después del accidente estuve como ido, cuando pude bajar del autobús escuché a Palomares que gritaba ‘¡volví a nacer, volví a nacer!’, y al mismo tiempo, Joel Anguiano me decía ‘¡ayúdame Macas!’. Aún no puedo creerlo”, dijo el jugador Enrique Macario.

“Anguiano estaba prensado, tratamos de auxiliarlo Palomares y yo, observamos cómo le comenzó a escurrir sangre de la nariz, la misma desesperación provocó que comenzara a correr y a gritar que le faltaba el aire (…) Pedro Cortés explotó en llanto al enterarse que Orona, Montalvo y Jiménez habían muerto”, describió Macario.

Los servicios de emergencia tardaron mucho tiempo en llegar al kilómetro 67 de la carretera México-Piedras. El día domingo, la fecha especial y el clima lluvioso fueron circunstancias que obraron en contra de los Gallos Blancos de la UAQ.

Minutos después del accidente, aficionados queretanos que habían viajado a Ciudad Victoria en masa fueron los que auxiliaron en primera instancia a sus ídolos, no dando crédito a lo que estaba pasando y llevando a los integrantes de la plantilla emplumada al Instituto Mexicano del Seguro Social de San Luis Potosí.

“Un trailero nos auxilió con su camión y con unas cadenas volteamos el autobús que quedó con las llantas hacia arriba. Cuando sucedió eso fue horrible ver a los tres compañeros completamente aplastados”, fueron las palabras de Ignacio Vargas.

Noche triste

La gravedad de las heridas en algunos elementos del plantel era terrible, siendo el más afectado el técnico Luis Alvarado: tenía abdomen agudo, siete costillas rotas y fracturas en hombro izquierdo y en la pelvis, siendo intervenido de urgencia en San Luis Potosí.

Las heridas de los jugadores no eran poca cosa. Joel Anguiano sufría de un hematoma en el hígado y lesiones en abdomen y tórax; el auxiliar técnico Ignacio Vargas con fracturas y lesiones en abdomen y tórax, mientras que Jorge Alvarado, Alfonso Salinas y Jesús Salinas con fracturas en extremidades. Casi toda la plantilla tenía golpes y contusiones.

La noticia se conoció en Querétaro a través del conductor Álvaro Rico, quien en punto de las 22:00 horas informó sobre el accidente de los Gallos Blancos de la UAQ. Los teléfonos de los periódicos Diario de Querétaro y Noticias no paraban de sonar en búsqueda de más información.

El Rector de la UAQ, Braulio Guerra viajó en cuanto se enteró de la noticia de Ciudad Victoria a San Luis Potosí, encargándose del traslado de los heridos de gravedad y de los jugadores con heridas leves al Sanatorio Núñez Lara de la capital queretana –lugar donde se recuperaron los elementos lesionados-, donde ya los esperaban una multitud de aficionados para recibir a sus ídolos.

El sepelio

El 11 de mayo se llevaron a cabo los funerales de Agustín Jiménez, René Montalvo y Gerardo ‘Pillo’ Orona en una conocida funeraria de Querétaro ubicada en la avenida Ezequiel Montes en medio de un gran dolor.

Miles de personas lloraron la tragedia. Aficionados de distintas clases sociales se dieron cita en la funeraria para alentar a sus ídolos heridos y mostrar respeto a los tres jugadores que dieron la vida por los colores de la capital queretana. Los gritos de “Gallos, Gallos” y “Querétaro, Querétaro” retumbaron durante el sepelio.

Manuel Cevallos Urueta, Presidente Municipal de Querétaro señaló: “en el momento en que aparentemente llegaba el triunfo, vino la tragedia”.

Braulio Guerra lamentó lo sucedido y dio todo el apoyo posible a los deudos de los fallecidos, así como a los heridos: “Es una pena lo que ha sucedido al equipo de Gallos Blancos”, externó.

La misa de cuerpo presente se celebró en el Templo de Nuestra Señora del Rosario del Rayo abarrotándolo al máximo y cerrando las calles aledañas al mismo, siendo recibidos los tres féretros entre aplausos, porras, llantos y gritos de dolor.

Los restos del queretano René Montalvo, quien cursaba la licenciatura en Contabilidad en la UAQ, fueron sepultados en el Panteón Municipal, siendo acompañado por diez mil personas hasta su última morada.

Agustín Jiménez dejó una viuda y un hijo de dos meses de nacido. Su cuerpo fue trasladado a la Ciudad de México

Por su parte, Gerardo Orona dejó a su esposa viuda luego de estar cuatro meses casado. Sus restos fueron llevados al Panteón de Dolores de la ciudad de Monterrey, Nuevo León.

Las secuelas

El Patronato de la Universidad Autónoma de Querétaro, organismo que administraba en ese tiempo a los Gallos, así como el Gobernador Mariano Palacios Alcocer, pidieron a la Federación Mexicana de Futbol (FEMEXFUT) aplazar el duelo de vuelta de la Segunda División, la cual fue aceptada.

Dadas las condiciones extraordinarias, la máxima casa de estudios de Querétaro solicitó también a la FEMEXFUT el ascenso inmediato tanto de Gallos Blancos como de Correcaminos, sin embargo, no se aceptó la propuesta. El organismo rector del futbol mexicano decidió el 29 de mayo que la final de vuelta se jugaría el 20 de junio en el estadio Corregidora, en punto de las 16:00 horas

A pesar de que en un inicio el dictamen médico menciona que los jugadores no podrían realizar actividad física alguna en un lapso mínimo de dos meses, la plantilla regresó a los entrenamientos el 19 de mayo en las instalaciones del Auditorio Arteaga, luego de exhaustivas revisiones médicas.

Diversos organismos abrieron cuentas de banco para ayudar a los deudos, mientras que equipos de Primera División como Chivas, Toluca, Atlante y Morelia ofrecieron jugar partidos a beneficio `para ayudar al equipo queretano.

Morelia y Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara ofrecieron jugadores a la UAQ para jugar el duelo final de Segunda División, pero la directiva emplumada, agradeciendo el gesto en primera instancia, no aceptó el ofrecimiento y decidió jugar con la misma plantilla.

Muestra de la fe y la solidaridad queretanos es el siguiente relato: los niños Juan Aurelio Peñaloza, Alfonso Ruíz, Emilio Ruíz, Rolando Peñaloza y Artemio Vega Paz entregaron en las instalaciones de diario de Querétaro la cantidad de diez mil pesos `para ayudar a los familiares de los fallecidos o para ayudar a pagar la cuenta del hospital. Recolectaron el dinero “de sus domingos y de lo que pudieron juntar”.

El técnico Luis Alvarado, quien estuvo al borde la muerte, se recuperó de sus lesiones en un lapso de 22 días, regresando a dirigir al equipo el 4 de junio en silla de ruedas, dirigiendo los partidos finales de Segunda División en dicha condición.

El 20 de junio de 1987, Gallos Blancos de la UAQ y los Correcaminos de la UAT disputaron el duelo de vuelta en el estadio Corregidora con empate a un gol por bando, obligando a un tercer partido en el estadio Azteca.

El Coloso de Santa Úrsula vio cerrar el último capítulo de la Final 1986-1987 de la Segunda División el 23 de junio. Tras un partido muy cerrado, queretanos y tamaulipecos tuvieron que decidir el ascenso en la tanda de penales con un marcador de 5-3.

A pesar de la derrota Querétaro reconoció el esfuerzo de sus héroes, quienes a pesar de la adversidad y la fatalidad, defendieron a muerte los colores de los Gallos Blancos. Hoy, dicha generación es un ejemplo para la sociedad y el futbol queretanos.

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