sábado, agosto 02, 2008

Y la defensa, Medrano


Para procupar la falta de concentración de la zaga central queretana. Foto Roberto Lulo./Diario de Querétaro.
Diario de Querétaro
2 de agosto de 2008

Roger A. García

Querétaro, Querétaro. Si el cuerpo técnico no revisa su esquema defensivo, el fracaso será inminente. Los Gallos Blancos empataron a tres goles ante los Correcaminos de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, encuentro en el que los queretanos iban ganando por tres goles de diferencia al minuto 84 y que el conjunto tamaulipeco desmoronó en los últimos instantes del encuentro.

Los dirigidos por Héctor Medrano fueron superiores durante lo noventa minutos del encuentro, pero las constantes desatenciones, la falta de oficio y la espeluznante concentración de la zaga queretana, ocasionaron que el equipo naranja se llevaron un triunfo que sabe a gloria de acuerdo a las condiciones que presentó el encuentro.

Todo parecía pensar que el triunfo queretano podría ser posible cuando a penas al minuto de comenzado el encuentro vino un autogol obra del zaguero central naranja Juan Manuel García Zavala, situación que permitió a los Gallos Blancos manejar las acciones del encuentro.

A partir del tanto inicial, los jugadores del Correcaminos parecían no encontrarse en el terreno de juego, aunque Gallos Blancos no lograron aprovechar el desconcierto del conjunto local. Así se fueron al descanso, con un Querétaro proponiendo y un "Corre" que no atinaba a descifrar el acertijo que se le estaba presentando en el estadio "Marte R. Gómez".

Apenas iniciado el segundo tiempo, Ignacio Schneider concretó la segunda anotación del Querétaro, aunque da la sensación que el arquero Rogelio Rodríguez pudo hacer un poco más por el balón. Las ocasiones siguieron presentándose a favor de los queretanos, pero faltó ese penúltimo toque que mataría las aspiraciones del Correcaminos, que se vio muy chato hacia el frente.

El queretano Isaac Romo, quien entró de cambio por Ignacio Schneider, ponía el tercer tanto que parecía definitivo. Era el tan esperado golpe mortal después de un partido bien trabajado y que reflejaba lo que había pasado durante los noventa minutos de partido. Después vino el desastre y todo se fue por el abismo.

El argentino Esteban González fue el estandarte de la reacción del representativo de Ciudad Victoria al anotar apenas al minuto 84, inmediatamente después del supuesto golpe mortal. Cuatro minutos después, volvió a pintarle la cara a la defensa plumífera. El estadio Marte R. Gómez despertó y comenzó a ser factor. Parecía que el tiempo jugaba a favor de los Gallos Blancos, pero apareció el fantasma de Monterrey, ocurrido quince días antes.

Con una defensa central queretana nerviosa por el marcador, el tiempo y la gente, el delantero Pedro Solís aprovechó una nueva desatención de los Gallos Blancos. El inmueble de Ciudad Victoria era un manicomio y así terminó el partido. El corazón había ganado por encima del buen futbol desplegado.

Los errores de la defensa plumífera siguen costando caro, esperando que estos puntos se han dejado escapar no influyan al término de la temporada regular. A esta zaga central le falta un líder nato que sepa dar el grito en el momento adecuado,

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