jueves, febrero 12, 2009

columna Gerardo Manrique

SOLO GALLOS

SIN PUNTOS
Atrás quedó la euforia del título. Ahora, la sonrisa de satisfacción que el equipo nos pintó en el rostro como regalo navideño, se torna en una mueca agria y nerviosa. La tranquilidad de saber que tenemos garantizada por lo menos la final de ascenso, ha cambiado en estos días por el temor de que nos pase lo que al Puebla cuando conquistamos el ascenso. La carroza se esta convirtiendo en calabaza. Faltan muchos partidos, dicen los más optimistas de la Comunidad del Gallito; Los malos resultados son producto del trabajo físico de pretemporada, alegan los conocedores; Hemos tenido mala puntería, poca fortuna, errores y polémicas decisiones arbitrales, sentencian los incondicionales del Gallito. Aún no se juega el partido contra Chetumal, pero una derrota más tendría tintes catastróficos. Por cierto, hablando de catástrofes, un buen colega me reclamaba que cómo podía yo tener cabeza para pensar en algo tan banal como un equipo de fútbol estando como están las cosas en la economía global. Creo que el ser aficionado al fútbol, no significa que no estemos conscientes de la problemática económica. El fútbol, para algunos, es la cosa más importante de las cosas menos importantes, sentenció Valdano en algún momento de lucidez. Volviendo al tema que nos apasiona, después de este breve paréntesis, creo que es hasta cierto punto normal, pero creo que nadie nos imaginábamos tener tres derrotas en igual número de partidos. El fútbol es de momentos, de rachas, y también de hábitos. El cuerpo técnico debe hacer todo lo que esté a su alcance para sacar al equipo de la dinámica perdedora. Evitar que cunda la desesperación y la confusión entre el plantel. Más que salir con la imperiosa obligación de ganar, se debe comenzar con una vuelta a los orígenes: jugar práctico, a lo seguro, minimizar en lo posible los errores individuales. Creo que las rachas en los equipos, son un estado mental, hay que trabajar en lo sicológico y sobre todo, duplicar el esfuerzo en los entrenamientos, porque los partidos son el reflejo de todo el trabajo de la semana. Es como en una buena obra de teatro: los actores no parecen eso, sino personajes reales, actúan con naturalidad, confiados en su trabajo tras bambalinas.
EL APUNTE

Irle a Gallos es como acostumbrarse a un placer agridulce
, como despertar de un sueño en la mejor parte. Nos provoca tristezas con frecuencia, tristezas
que no cambiaríamos ni por todas las alegrías del más ganador de los equipos
. Así es nuestro equipo,
por eso lo amamos
. Nos administra las alegrías como una pequeña droga, en reducidas dosis.
Nos deja morir lentamente. Se guarda los mejores momentos para otra ocasión.
En eso radica el encanto de estos colores, siempre nos deja con ganas de más y nunca un partido de Gallos estará decidido. Por ello
no entiendo a los que abandonan el estadio cuando faltan pocos minutos
, a
los que reniegan de esos espasmos, de esos calambres, de ese sudor en las manos, de ese grito de gol ahogado en un suspiro.
El amor por Gallos no es un amor para cobardes ni para inconstantes.
El amor por Gallos es un amor para locos, para poetas, para soñadores, para un grupo de corsarios que se acostumbran cada Sábado a vivir con el alma en un hilo, un hilo blanco que teje los sueños y milagros que de muy de cuando en cuando suceden en el Corregidora
.


PARA REFLEXIONAR

Ignoro el resultado en Chetumal. La fecha, Viernes 13, me parece un mal augurio. En este momento son horas bajas para la Comunidad del Gallito. Así las cosas, sólo nos queda agarrarnos a veinte uñas de nuestra impasible esperanza, la que nos hace decir, ¡Soy Gallo Blanco!, aún en los momentos más oscuros.

manriquemind@yahoo.com.mx

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