UTOPIA
La utopía está en el horizonte, dice el escritor uruguayo Eduardo Galeano, camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y la línea del horizonte se aleja unos cuantos pasos más. Entonces, ¿Para qué sirve una utopía? Para eso, para mantenerme andando. Los arquitectos de las utopías somos los idealistas. A nosotros, a los aficionados a Gallos Blancos nos separan infinidad de cosas: la distancia, las actividades diarias y preocupaciones de la vida de cada uno. Muchos somos opuestos, muy contrarios en la forma de ser y de ver el mundo. La semana inglesa nos separa y el bendito Sábado por la tarde nos une. Cada uno de nosotros, en medio de nuestros roles familiares y laborales tenemos un espacio hueco que el ideal ha de llenar. Esa parte que no es algo tangible y que sin embargo tanto nos identifica. Es esa chispa de emoción que nos hace decir desde dentro: ¡Soy de Gallos! Si duda alguna, en estos tiempos de globalización, donde cada zona del mundo se parece demasiado a la otra, uniformizadas por Coca Cola, MTV o McDonald’s, el sentimiento de pertenencia a una nación esta perdiendo solidez, somos mexicanos claro está, y somos queretanos, seguro, pero el rito que desarrollamos cada tarde de Sábado es algo más tangible, es una emoción distinta. Estoy seguro que más de una vez te has preguntado en tu camino al estadio: ¿Por qué es tan importante para mi alentar a Gallos? Y una vez que ocupas tu lugar en la grada, después de echar una mirada a la tribuna y calificar la entrada como aceptable, te vas envolviendo en ese ambiente tan familiar y que sin embargo sigue provocando adrenalina en tu cuerpo. Y miras el verde del césped, y el azul todavía límpido con un ramo de nubes que se mueven con prisa hacia ningún sitio. Luego, todas esas playeras con los colores que tanto amas y que la portan miles, sin importar si es la de este año, si es la de local o la de visitante, si es la original o réplica, no importa. Ninguna vale más que la otra, todas tienen el mismo valor si se llevan con orgullo. Es más, entre más desgastada y antigua sea, mejor. ¡Cuántas historias nos contaría, si pudiera hablar, la playera de un aficionado curtido en mil batallas!. Eso es Gallos Blancos, nuestra utopía, el sueño de cristal que ya parece que perdemos y que por razones inexplicables sigue allí, a veces, muy pocas, en lo más alto y casi siempre a ras de suelo. Es así tal vez para tenerlo más cerca de nosotros. No lo olvides jamás: Tú también juegas tu partido y no eres el único.
EL APUNTE
¿Recuerdas cuando te contaba que Gallos era un equipo y tres mil locos al pendiente de él? ¿Seguiremos siendo los tres mil de siempre? ¿No crees que ya somos un poquito más? ¿Seis mil quizás? Tal vez sea la inercia de la última temporada en Primera y la prueba de fuego será el 29 de este mes cuando nos visite el Tapatío. Si ese día hay una entrada similar a la que se tuvo contra León, podremos celebrar que somos más.
PARA REFLEXIONAR
Mi deseo para esta semana, que los jugadores viajen hasta la lejana y chola, de cholos y no de chula, Tijuana, razonablemente cómodos y con algo de dinero en sus cuentas bancarias. Resulta difícil exigirle a un grupo de jugadores profesionales que no reciben pago oportuno por su actividad.
manriquemind@yahoo.com.mx
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