SOLO GALLOS
DIRECTIVA
¡Qué complicado debe ser la dirección de un equipo!. ¡Cuántas dificultades hay que sortear, cuántos intereses hay que conciliar y sobre todo: Qué fácil debe ser caer en la tentación de sentirse más importante que el equipo. Qué fácil debe ser perder piso y decir a la manera de Luis XIV, Rey de Francia, conocido como el Rey Sol:“El Estado soy yo”. El directivo soberbio dice: “El Equipo soy yo”. El mayor riesgo que corre un dirigente de un equipo deportivo es enfermarse de poder. Su peor castigo: la pérdida de credibilidad de jugadores, afición y entorno cercano. ¿Qué cualidades debe reunir un buen directivo? Deben ser una combinación e habilidades subjetivas y cualidades propias de alguien que es un lince para los negocios. Me explico, para confundirte mejor, amigo lector: El fútbol es un negocio muy distinto y a la vez muy parecido a vender seguros para autos, ser corredor de bolsa o dirigir una multinacional. En el fútbol, el activo más importante, no son automóviles, joyas, pozos petroleros. El activo más importante son los jugadores y los clientes, los aficionados, son como un mercado cautivo. Nadie que yo sepa, cambia de equipo. Para muchos, es el único que trasciende a la distancia y al tiempo. Estoy seguro que nadie en la Comunidad del Gallito, ha dicho alguna vez: “Ya no le voy a Gallos, ahora voy a ser de los Jaguares” ¡Jamás! Antes de seguir adelante, debemos dejar claro que lo más importante en el universo del fútbol, son un grupo de jugadores y la gente que se reúne para ver el partido. De allí parte todo lo demás. El fútbol puede y debe ser un negocio espectacular, global, dinámico, lucrativo, pero siempre respetando ese principio: lo más importante son los jugadores y los aficionados. Hacia ellos deben ir encaminados todos los esfuerzos y créanme, señores directivos, los beneficios de respetar y cuidar a los principales actores del deporte más popular del mundo, son mayúsculos.
EL APUNTE
En mi opinión, el directivo ideal para nuestro equipo, para Gallos Blancos del Querétaro, debe tener ante todo, un profundo amor, respeto y entrega hacia el club, hacia sus aficionados y a sus símbolos. De allí parte todo. Después, tendría que tener la suficiente humildad y sabiduría para entender un principio universal: las instituciones son permanentes, los hombres son temporales. Ambas serían condiciones necesarias más no suficientes. El buen directivo debe armar equipos de trabajo competentes, no de puros cuates. Su organigrama debe ser sencillo, los suedos buenos, pero no exorbitantes. Debe tener una gran capacidad de negociación y un equilibrio entre la pasión y la razón, para manejar al equipo como una empresa, pero tomando siempre en cuenta el sentir de aficionados y jugadores. Debe fomentar y cuidar a los jugadores símbolo del equipo y preocuparse por tener una relación con la afición que vaya mucho más allá de lo que ahora estamos acostumbrados: El vendernos un boleto para un partido. ¡No! La relación que el hincha busca con su club, no es sólo de cada quince días, sino de toda la semana. El directivo debe atender esa necesidad del aficionado dentro y fuera del estadio. Después de todo, el equipo no tiene razón de ser sin esa gente que esta dispuesta a pagar por un boleto o un artículo promocional.
PARA REFLEXIONAR
El buen directivo debe cuadrar todos los números: pagar a tiempo, no dilapidar dinero y darle certeza a los jugadores cumpliendo por lo menos con pagarles religiosamente lo acordado en el contrato. También, debe otorgar un respaldo casi irrestricto al técnico, respetando su trabajo y limitándose a preguntar, no a cuestionar, las razones de tal o cual alineación o esquema táctico. Su autoridad termina donde inicia la del técnico. Hoy por hoy, estamos a años luz de todo esto.
manriquemind@yahoo.com.mx
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