LIGUILLA
Con el arranque de la liguilla, emergen como bellas florecillas entre el asfalto, la ilusión y el anhelo de que nuestro equipo tome ventaja en esa loca carrera por el ascenso. Pero quiero decirte algo amigo aficionado, que tal vez pueda mitigar tu júbilo de estos días: Nunca, jamás le he puesto como condicionante de mi amor a este equipo que esté en Primera. Es decir, no me come la ansiedad de ver al equipo en la máxima categoría. Voy partido a partido, disfruto el aquí y el ahora. Voy con idéntica ilusión al estadio para ver un juego de la A o de la Primera, porque por encima de todo, yo voy a ver a mi equipo, yo disfruto los partidos sean en el cielo o en el infierno. Te invito a disfrutar, a dejar de la lado la urgencia y sobre todo, a evitar ponerle la etiqueta de fracaso a todo lo que no sea un título. Te dejo el esbozo de un artículo publicado en el diario español el país.
EL APUNTE
"El éxito no depende del apellido de los futbolistas ni, menos aún, del presupuesto. Los partidos se ganan con ilusión y ganas". Lo dice Quique Martín, una autoridad en Segunda, el jugador en activo que más partidos ha disputado en esta categoría.
El fútbol de plata deambula sin gobierno. Sometido a una inestabilidad constante, casi nada es previsible, reconocen los dirigentes, técnicos y jugadores consultados por este diario. El Salamanca es la mejor prueba de ello. Estaban hace poco al borde de desaparecer con graves problemas económicos. Ajustaron la tesorería, reunieron un plantel sin estrellas y dejaron que la lógica hiciera el resto. Ahora, cuando se ha cumplido el primer cuarto de la Liga, van líderes. "Pero nuestro objetivo es salvar la categoría", precisa Quique Martín. "En los últimos años han subido equipos sin grandes plantillas, pero la tranquilidad y la paciencia les ha llevado a Primera. Ahí está la clave", subraya Javier Pérez. Esta categoría es un mar de paradojas. Hace un año subió el Numancia con solo cinco millones de presupuesto y, en cambio, la Real fracasó con 24 millones. El pulso del futbolista es ajeno a esta realidad, dice Quique Martín; "en el campo no intervienen esos factores. El futbolista tiene que tener la cabeza limpia". Con su experiencia por los campos de Segunda, el delantero del Salamanca considera que jugar esta Liga "no es ninguna deshonra". "Antes el nivel era inferior. Se sabía de antemano qué cuatro equipos iban a pelearse por el ascenso. Ahora quieren subir 12 o 14. La Segunda vive "por encima de sus posibilidades", añade. Así ocurre que históricos como el Celta y la Real Sociedad hayan hecho crac y tenido que acudir a un concurso de acreedores para evitar la disolución y sortear su incapacidad para hacer frente a deudas millonarias. Hay una querencia excesiva a supeditar el rigor económico al objetivo deportivo. Los mandatarios se empeñan en aplicar una fórmula que no da resultado: a más presupuesto, éxito seguro. No ocurre así casi nunca.
PARA REFLEXIONAR
A punto de cumplir 36 años, Quique Martín opina: "Yo no tengo ninguna Champions, pero el público reconoce mi trabajo. Tampoco gano 5.000 millones, pero los niños me piden autógrafos.”
manriquemind@yahoo.com.mx
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